Notas sobre las vidrieras de la Catedral

Vidriera de la catedral de Jaén

En agosto de 1734 se aprontaron quinientas arrobas de hierro desde las ferrerías del Marqués de Cañete, de las cuales su propietario el Duque del Infantado regaló cien, a más de una sustanciosa rebaja en el precio de las restantes. Con ellas el maestro herrero Cristóbal de Guevara dispuso los bastidores en que habrían de asentarse las vidrieras catedralicias. 

Pero como las urgencias de la obra eran muchas y los caudales del Cabildo pocos se salió del paso como se pudo y en lugar de vidrieras se colocaron unas vulgares cristaleras. Hubo que esperar hasta marzo de 1911 para iniciar el ansiado plan de dotar a la Catedral de vidrieras artísticas. Las tres primeras, colocadas sobre la Capilla Mayor, llevaron como motivo la Santa Verónica, San Eufrasio y San Félix. 

Se hicieron en Zaragoza, en los talleres de 'La Veneciana' y los mil duros colmados que importaron los sufragó generosamente don Félix García García (1832-1922), un culto hombre de empresa siempre en primera línea a la hora de promover nuestros valores histórico-artísticos. Tan ambiciosa iniciativa la imitó una dama, Dª Ana-Josefa López de Mendoza y Muñoz-Cobo, Marquesa de Blanco Hermoso, que encargó a los talleres madrileños de Maumejean Hermanos las vidrieras de los ventanales del crucero, gastándose en ello doce mil pesetas.

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