El Reloj de Sol de la Catedral

Reloj de Sol de la Catedral

El siglo XVI constituirá un período de esplendor para la ciudad de Jaén. El crecimiento de la población permitió la expansión del casco urbano más allá de los límites impuestos por el cinturón de la muralla. El auge del comercio pronto situará a la población -con voto en Cortes- entre una de las principales de la Corona; su Obispado era ansiado por sus pingües rentas... Esplendor que tendrá su mejor muestra en el campo artístico, y de manera especial, en una obra: la Catedral. 

El Renacimiento, movimiento imperante en estos momentos, supuso una vuelta a la Antigüedad Grecolatina, despertando el interés por temas olvidados durante el Medievo como las Ciencias, la Música, la Historia, lenguas como el Griego y el Hebreo, además del Latín, las lenguas vernáculas, etc. El auge de la Astronomía fue uno de ellos. Por otra parte, la Catedral se presenta no sólo como el signo más evidente del poder del Cabildo Eclesiástico, sino el lugar más apropiado para plasmar todos aquellos presupuestos retomados del mundo clásico tanto a través de la lectura de autores cual Vitruvio, como por los contactos directos que los arquitectos que en ella trabajaron habían tenido con obras y escritos de la Italia renacentista. 

El interés por la Astronomía, por el movimiento del sol y la luna, despertó de nuevo el gusto por los relojes de sol, en un momento en que ya se habían generalizado los relojes mecánicos. A mediados de siglo, durante la actuación de Juan de Aranda y Sal azar (1605-1654) como maestro mayor de las obras catedralicias, se colocó en la fachada de la lonja sur, bajo el balcón central, aproximadamente a la altura del tercer piso, un reloj de sol labrado en quince bloques de piedra blanca. La elección no era arbitraria.

Fachada lateral de la Catedral

Esta es la fachada que recibe más horas de sol al día, por lo que fue designada para ubicarlo de manera intencionada. De cuidada factura, como signo externo del poder capitular, poseía, grabados, las indicaciones relativas a las horas en caracteres arábigos en la parte superior del arco, y en caracteres romanos en la inferior. Todo él, además, se encontraba ornamentado por una moldura, también de piedra. 

Era un reloj para ser contemplado. No sólo por el hecho de que necesariamente tuviera que serlo para conocer la hora en un momento determinado, sino porque había sido concebido como tal, de ahí los detalles existentes. Incluso, el cómputo horario quedó enmarcado por dos inscripciones, de nuevo con una clara referencia al mundo clásico, dejando perpetua constancia de la preocupación por el paso del tiempo como advertencia de la proximidad de la muerte.

Así, sobre él, una inscripción en latín reseña:

"EN TIBI DICO BREVI TRANSIBO TEMPORE SIGNUM
SED PARCAE TRADITV BREVIO REPOTES".

En la parte inferior, en castellano, recuerda:

"ATIENDE A TI TE DIGO MI CARRERA
EN BREVE TIEMPO PASARE LIGERO
MAS PUEDE SER TU MUERTE MAS LIGERA".

Inscripciones dispuestas de manera intencionada a la entrada de un templo, recordando al espectador la concepción del tempus fugit, que remarca la idea del paso del tiempo y la permanente proximidad de la muerte, temas de constante referencia para el hombre, y que aún hoy su presencia nos lo recuerda.


CUATRO RELOJES. CUATRO TIEMPOS.
Mª Amparo López Arandia

Comentarios

  1. Impresionante, cuarenta años viviendo en Jaén y no he sido capaz de verlo hasta que lo has colgado ufffffff... Como los detalles pasan desapercibidos. Gracias

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  2. poco a poco voy recorriendo los entonos de esa hermosa ciudad de luz...Cuando llegue a ella no sentire que soy una extranjera porque la habre recorrido antes de caminar por ella....

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  3. Great article, i

    hope can know much information About it!

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  4. Cada día más vistoso e interesante tu blog. Me gusta muchísimo. Un saludo

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